Las vacaciones de los docentes son para llenar las alforjas de sabiduría, o al menos así lo creo. Las mías por motivos que no vienen al caso-aunque están relacionados con la docencia- comenzaron el 21 de julio. En un primer momento, me propuse adquirir las ediciones bilingües que todos los sábados saca el diario El País. En este entorno me he zambullido en el cuento del primer Premio Nobel (con acento tónico en la /é/) británico R. Kipling y a fe que me ha ilustrado, bien entendido que no es el primer escritor que se vale de un género literario para anticiparnos tendencias experimentales en las que, como tantas veces, el espejo es la lucha entre la ficción y la realidad.
Poco importa si del cuento se desprende la reencarnación; lo primordial es cómo abordamos la creatividad y qué capacidad tenemos intelectualmente, así como cuáles son los obstáculos que lo impiden. El final es bien elocuente: «Now, about that galley-story», I said, still more cheerfully, in a pause in the rush of the speech. Charley looked up as though he had been hit. «The galley-what galley? Good heavens, don´t joke, man! This es serious! You dn´t Know how serious it is!». ¿Por qué el cuento más bello del mundo no se escribiría jamás? («and the finest story in the world woul never be written»). ¿Son las relaciones humanas quienes lo impiden o es simplememte la condición humana?
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