En un instituto Cervantes de Madrid, como siempre límpido, en un salón de actos acogedor a pesar de su capacidad, nos vamos dando cita un público variopinto en edad y vestir. No se llenó, pero me hubiera gustado, y más cuando se trata de homenajear a un poeta con una «escritura de amplios horizontes caracterizada por su inteligencia sensual e integridad humanística» como reconoció la Academia sueca al concederle el premio Nobel de literatura en 1990.
Con tardanza comenzó el diálogo entre E. Millán y J.A. Masoliver. La presentadora no se atrevió a una exposición oral de los escritores y leyó una breve biografía de ambos. A mí me enseñaron que solo se lee cuando se presenta aun académico y de hecho ya lo he realizado. En el diálogo no dijeron nada nuevo, aunque sorprendieron algunas anécdotas; por ejemplo que la poesía como conocimineto o de la experiencia son términos y nada más, significan poco, en este caso por boca de Masoliver.
Poco importa como se denomine, pero, queramos o no, la poesía en O. Paz es un centro irradiador, y además O. Paz es un poeta necesario porque toda su obra es subversiva. ¿Es que la poesía puede ser de otra forma?