Me enteré de su muerte, en Extremadura, a última hora del día del amor fraterno-jueves santo-para los cristianos o, al menos, eso es lo que me enseñaron a los siete años antes de la primera comunión, además de otras cosas. Inmediatamente lancé un «Twitter» «urbi et orbi» en el que señalaba que el mejor homenaje que podíamos tributarle era leyéndolo. No sé si todos los que alardean del escritor lo han leído o simplemente han memorizado alguna obra y para de contar; espero que lo lean y después hablen.
Después de estas introductorias líneas, por qué no recordar lo que Ernesto Sábato dijo-ya lo he publicado en mi libro Literatura y Periodismo, hoy- en los cursos de verano de la Universidad Complutense de San Lorenzo de El Escorial, que los españoles no valorábamos una novela mejor que Cien años de soledad. En ese momento hubo un silencio sepulcral-fue en el aula Magna de los agustinos, no en la actual, sino la del convento- al pronunciar La saga/fuga de JB de Torrente Ballester. Con esta anécdota, en modo alguno, quiero menguar a la novela más exitosa de García Márquez sino una reflexión más y una opinión de otro escritor del llamado «boom» aunque para algunos no formaría parte.
Para el que suscribe estas líneas, quizá, sea El coronel no tiene quien le escriba lo emblemático de la novela de García Márquez-en Colombia se leerá en las más de 1.400 librerías, hoy-, y lo he manisfestado cuando se me ha preguntado; soy consciente de que somos muy pocos los que pensamos así, pero ahí queda. Nunca me gustó ir por el redil o el pastoreo.
Hoy, el diario El País le dedica 4 páginas, el domingo 7 y el viernes un caudernillo de 16. Es lo que ha dicho la crítica y amigos. Lo hemos leído. Ahora nos toca a esos millones de lectores. Elijamos una novela o cuento y después pongámonos a escribir; esto es, quizá, lo que le hubiera gustato a García Márquez. Atrévete.