Otra vez Harold Pinter, Premio Nobel (con acento tónico en la /é/), en la cartelera teatral de Madrid. No Man´s Land se representó por vez primera «by the National Theatre at Old Vic, Waterloo, London, on 23rd April, 1975». El hecho de que el autor pidiera que se leyera un fragamento de esta obra en su funeral, quizá, haya sido fundametal para que los lectores y, cómo no, los directores de teatro se fijaran más para escudriñar los motivos por los que Pinter había seleccionado parte de la misma, como si fuera un testamento.
Después, la critica la ha considerado como su obra maestra. Ahora tenemos la oportunidad de asistir a su representación. Tierra de nadie no puede permanecer, en modo alguno, en el campo de la indefinición; tiene que enarbolar la autenticidad de las personas. Ser sin más, por lo que la doblez o porque lo mando yo debe ser desterrado.
En realidad, esto ya está dicho y escrito por otros autores clásicos y representado; sin embargo, no está de más el recordarlo y más si se construye con un lenguaje brillante, como es el caso, aun teniendo en cuenta la intertextualidad a la que recurre de T. S. Eliot, Dante y Virgilio como coadyuvante. Es un canto a la belleza, a la poesía, al significado, que hoy en el siglo XXI puede aportarnos la palabra para dirimir, para escudriñar el pensamiento, para ser más feliz; no para que siempre haya tinieblas, oscuridad como dice casi al final de la obra Foster («And will always be night»). Somos las personas las que debemos cambiar y no cobijarnos en (» You are in no Man´Land. Which never moves, which never changes, which never grows older, but which remains forever, icy and silent. – I´ll drink to that») las últimas palabras de la obra. Hay que desterrar el «can never be changed»; la noche no puede en modo alguno robarnos la libertad. La soledad no debe conducirnos a la melancolía y menos al alcohol. Un lugar de encuentro no tiene que columpiarse en la bebida en este caso en el «pub Jack Straw´s Castle». Hay que plantar cara sin mecanismos de defensa.
En este «blog» ya he hecho referencia a este gran autor, el más importante de aquel puñado de jóvenes dramaturgos de los años sesenta («angry young men») en Inglaterra que lanzaron un «no» al teatro convencional que venía representándose.
¡Hola, Félix!
Vuelvo a pasarme por tu blog. Como siempre, es un gusto leerte. Esta entrada me ha recordado a cuando estudiamos el teatro de Harold Pinter en Literatura Universal.
Este es el enlace al blog del que te hablé:
http://wodebeibao.wordpress.com
Un abrazo,
Irma
Gracias, Irma. Tomo nota de tu «blog» del que a buen seguro aprenderé esa prosa poética con que enalteces el espíritu, y , sobre todo, esa poesía paradisíaca