Poesía

La sorprendente poesía de Juan Goytisolo

El título de un libro de poesía Ardores, cenizas, desmemoria. Madrid, Salto página, 2012, me ha llamado la atención el autor porque desconocía que también el verso se apoderara de su pensamiento, si bien ya en alguna ocasión he escrito que con el novelista, ensayista y articulista en periódicos el castellano se viste de hermosura por lo que la extrañeza no tendría lugar.

El libro lo he comenzado a leer por el epílogo, con el rótulo «Belleza sin ley»; para mí, lo que apunta no es sorpresivo; cuando Goytisolo visita «el rompeolas de todas las Españas» para imparttir una conferencia o la presentación de un libro, soy oyente asiduo. Estoy de acuerdo que el estudio de la literatura son como «ciclos abstractos»; pero, esto es solo la denominación, sin más. Si nos quedamos ahí de poco serviría. No solo «los profesores de instituto» (pág. 61) nos valemos de esa transmisisón nominativa. Como alumno universitario que fui y ahora como profesor universitario y de instituto, observo que recurrimos a lo que se ha transmitido de generación en generación: Prerrenacimiento, Renacimiento, Barroco, Romanticismo, Realismo, Naturalismo, Surrealismo, etc. No son fórmulas «cómodas», sino el asiento desde el que se parte; claro que la «singularidad» abarca a la literatura, de ahí su grandeza. Todos esos sintagmas de nada valdrían si no nos adentramos en lo escrito, en la obra literaria, en el texto, que es lo primordial; lo demás, es manualesco (los esqueletos de los examinados se asemejan, pero el cuerpo real de su obra, no» , pág. 62).

Desde que era alumno mantuve esa idea, que no observé en la mayoría de los que me impartieron docencia. ¡Cómo me hubiera gustado que Keats-quizá la mejor voz del romanticismo inglés-,Coleridge, Hölderlin hubieran sido santos de devoción al explicar el romanticismo español! Ahora, intento mezclar, exigir, recordar a esa estela de poetas inmortales. Mi apuesta en la docencia por el texto literario (véase mi libro Análisis de textos literarios y periodísticos, 2001 y unos cuantos artículos), me han causado contratiempos no solo con los alumnos, por eso me alegra que estas páginas recobren todo su vigor y que mi decantación no fue baldía. ¿De qué sirve que aprendan de memoria obras, autores, movimientos, características si después no se acercan a lo verdaderamente importante como es la lectura de esos textos? El exigir el esfuerzo creador en la enseñanza española es pedir lo imposible.

En la nota preliminar, se nos dice que lo mejor es la escucha del texto literario en voz alta. Es lo que siempre se nos ha recomendado para entender mejor la poesía y más en tiempo de tribulación. La expresión «fui visitado» adquiere el esplendor de lo poético; hay que apresarlo cuando llega. Probablemete la poesía de Juan Goytisolo se quede en el umbral del Parnaso poético; tal vez tampoco pretenda ir más allá. Goytisolo ya tiene en donde guarecerse literariamente. Con solo nueve poemas nos ha recordado la desmemoria del ser humano con ardor. Lo efímero hecho escritura.

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