Pérez Galdós

Galdós en las tablas

Mañana se representa en el teatro María Guerrero de Madrid Doña Perfecta. Ya era hora que volviera a las tablas el más grande escritor después de Miguel de Cervantes en lengua castellana/española. A buen seguro que, hoy, Galdós hubiera levantado la voz para enarbolar la frase ya acuñada: «que no, que no, que no nos representan», tanto los políticos como la jerarquía eclesiástica-a mi parecer para la mayoría de cristianos, si estos en verdad quieren proseguir la senda de Jesús de Nazaret; es decir, la buena nueva, el evangelio, que eso significa-.

Me acercaré al «María Guerrero» con un puñado de alumnos/as el 22 de noviembre, que reservé hace ya más de veinte días. La alegría fue enorme cuando la encargada de grupos me dijo que ya casi no había entradas-la última sesión es el 31 de diciembre- para grupos; me ofreció para el día señalado un número reducido de entradas para el segundo piso; no había más, que inmediatamente reservé.

Hoy, el admirado escritor canario-madrileño-santanderino sería un indignado para decir NO a tanto atropello social, económico y político; y seguro que también nos hubiera acompañado en la expresión hecha realidad «rodead el Congreso» para decir a los que nos quieren representar que nos escuchen, que sirvan «y no se sirvan»; que renuncien a tanto privilegios:móviles, ordenadores, viajes en primera clase; que lo de la crisis es una estafa; que la crisis no pueden pagarla los que no la han generado; que ya está bien de tanta mentira, de tanto autoritarismo, de tanta intolerancia, de tanta incultura. ¡Qué pena Ministro de Educación que haya subido el I.V.A. para ir al teatro! Me gustaría que leyera la novela Doña Perfecta para ver si usted abandona esa arrogancia con que aparece en los medios de comunicación, o eso es, al menos, lo que percibimos. No olvide que las «Perfectas, Bernardas, los P. Claret, las Lantigua, las Porreño» han sido los males de España; no se extrañe, por tanto, que muchos no quieran ser «españolistas». Esos nombres galdosianos representan, son símbolos de la intolerancia, la soberbia, la hipocresía, el fanatismo. Le voy a recordar cómo Galdós describe a doña Perefecta y que García Lorca supo asimilar para su «Bernarda Alba»: «No sabemos cómo hubniera sino doña Perfecta amando. Aborreciendo tenía la inflamada vehemencia de un ángel tutelar de la discordia sobre los hombres». ¿Tan difícil es escuchar y respetar las diversas lenguas, la cultura, la literatura, las costumbres de los diversos pueblos que jalonan lo que denominamos España, o la expresión nerudiana «todos caben en la patria mía?

Imagen de Pérez Galdós

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