Novela

Veinticuatro horas en la vida de una mujer y otros relatos

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La narrativa de S. Zweig ha sido bien aceptada tanto por la crítica como por los lectores/as. De las cuatro narrativas publicadas por la editorial Cátedra en este mes de junio de 2023, hay una que está batiendo los récords de lectura: Carta de una desconocida. En su momento la puse como lectura obligatoria; en los debates-como siempre hice de todas las lecturas- esta fue una de las que hubo más participación y posiciones enconadas. En la universidad tiene que haber posiciones encontradas; la discusión engrandece.

Me alegra que la editorial Cátedra-universales- se haya decidido a publicar, en un solo volumen, las cuatro narraciones ( Veinticuatro horas en la vida de una mujer, Carta de una desconocida, La colección invisible, El refugiado). El éxito será coronado por los que aun-por los motivos que fuere- las desconocieran o no las hayan leído. Simplemente quiero aportar con esta reseña lo que supuso en mí las lecturas de este escritor «testigo de su época» en un mundo tan convulso.

La carta anónima que recibe el escritor vienés nos hace pensar en esa esfera profunda, cómo es el alma humana; dos personas y algo más, como es el amor sin correspondencia y sin que uno se percate. La penetración en lo más recóndito del ser, a veces, surge por necesidad; ahí es donde el autor se sumerge; se adentra para llegar a esos pensamientos que no queremos oír. Lo psicológico se adueña de su pluma. El mundo interior revolotea como ascua inquieta. No es más que el afán de poseer- en este caso amoroso-porque la naturaleza a esta mujer le ha impregnado de lo más grande que tenemos junto con la libertad: amor; la capacidad de sentir en el otro lo que le ensalza; lo que hace ser ella totalmente-en este caso-, sin exigencias de que sea correspondida, por lo que no es narcisismo; una persona puede ser narcisista sin valerse de otra. Zweig, en este relato, se columpia para llegar al interior de la persona, e intenta valerse de lo que le rodea para conseguirlo. La fuerza biológica se adueña del escritor y lo plasma.

La frase «A ti que nunca me has conocido» en sí nos prepara para calibrar el chorro de sinceridad:

Se sincera. ¿O no es entrega total, sin limite, cuando escribe:

pero, créeme, ninguna te ha querido tan devotamente como yo, ninguna te ha sido tan fiel ni se ha olvidado tanto de sí misma como lo he hecho yo por ti».

¿A quién no le gusta que digan esto de ti, aunque nunca llegues a saber de quién se trate? No se trata de decir «dime que me quieres aunque sea mentira».

Cuando la soledad te embarga no está de más acercarse a la poesía, a la búsqueda del sentimiento. Esta mujer desconocida  abre su corazón, y pronuncia:

Cada palabra tuya era para mí como el evangelio y el padrenuestro».

Ahí es donde quiero adentrarme partiendo de esa mirada casual, pero penetrante, que aparece en la novela Carta de una desconocida, y que se convierte en el inicio de una pasión, aunque solo fuera por una persona. ¡Es tan difícil aunar cuerpo y alma en dos personas!  Por eso, ya no nos extraña el fracaso, y menos la traición. Tertuliano nos dejó para la historia: «Donde la carne es una, también es uno el espíritu».

Pero es evidente que esta mujer desconocida, deseaba mostrar unos sentimientos que le ardían. Su sinceridad es tan nítida que llega a escribir: «Te quiero como eres, ardiente y distraído, olvidadizo, entregado e infiel». ¿Seríamos capaces nosotros/as de escribir de una forma tan cruda? ¿Qué le mueve, sentimiento, amor, vacío, soledad, capacidad humana como necesidad?

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No podemos echar en saco roto la ludopatía en Veinticuatro horas en la vida de una mujer. Nos tiene que hacer comprender hasta dónde podemos llegar en el desenfreno del juego. Este relato se escribió cinco años después de Carta de una desconocida. Es más difícil, no solo por la alternancia de la narración entre «la protagonista y el yo autoral», sin desmerecer ese estilo prístino, aunque, a veces, aparezca como abrupto y denso. Aquí está otra mujer que se lanza a revivir ese pasado inesperado y los/as lectores quedamos petrificados al no esperarlo tan brutal en el que lo psicológico triunfa, otra vez, en la pluma de Stefan. La comedia humana en el escritor es inherente a su estilo, así como el canto a la libertad.

Sobresalto emocional en un el hotel en el que se aloja el protagonista; este se convierte en confidente de una mujer de 67 años. La mujer recuerda un día de su vida, cuando tenía 42 años. En las primeras páginas, el sentimiento y la sorpresa se apoderan de la lectura ágil y sosegada con la frase: «Mi mujer me ha abandonado«. A partir de este momento el relato nos conmueve, nos hace estar atentos a los sucesos que acaecen. La pregunta se hace necesaria : – «¿ No cree que es despreciable y feo que una mujer deje a su marido y a sus dos hijas para seguir a alguien de quien todavía no puede saber si es digno de su amor?» ¿Tan despropósito es que una mujer se deje llevar por el instinto y la pasión amorosa en un único día y marque el resto de su existencia? ¿Por qué somos tan exigentes con los demás y no nos miramos y nos preguntamos qué hubiéramos hecho si la ocasión se nos hubiera presentado? ¿Por qué no cabe la respuesta que es el corazón el que nos dicta: hazlo?

«Pues bien, ya le he dicho que solo quería contarle un día de mi vida». Es otra narración hecha acontecimiento viviente; la señora que ha escuchado las opiniones que discurren en el hotel sobre -«una impecable mujer de unos treinta y tres años», Madame Henriette- que ha abandonado a su marido por «un elegante y joven guaperas», se decide a contar la suya; cómo el amor pasional se hizo realidad ( «le había atormentado y preocupado durante veinte años»). Ahora, después de tanto tiempo, lo cuenta. Su nombre: Mrs. C., «la elegante anciana inglesa de cabello blanco». Una vez muerto su marido, se dedicó a viajar; llegó a pensar que su vida era «completamente inútil y sin sentido». Se decidió ir al casino: y «ahí comenzaron esas veinticuatro horas que fueron más emocionantes que cualquier juego y me perturbaron mi destino durante los años venideros». El punto capital, además de lo que acarrea el juego, fue cuando siguió a un jugador abatido a la calle. Observó la destrucción de un ser humano en un banco («empapado de lluvia»). Su expresión «Venga usted» y el diálogo que establecen rompen todos los cánones de misericordia. Su voluntad exagerada de ayudar- y «ningún otro sentimiento personal», confiesa-, cambió su vida («caí en esa desgraciada aventura»). Sea lo que fuere esa noche en el hotel no la olvidará y pervivirá para siempre. Esa necesidad que le aplasta le lleva a contarlo. Es primordial las pausas que hace la señora inglesa, canosa, para proseguir su historia para que lleguemos a la enjundia de su relato. El sentido de vivir, otra vez, revoloteaba por su mente. Sin duda, quería salvar al joven de la pasión del juego, ese placer tentador. Incluso deseó, si se lo hubiera pedido, irse con él al fin del mundo como hizo Madame Henriette con ese joven apuesto, más allá de las habladurías. Desgraciadamente no llegó la luminosidad que ansió, que se pueda esperar, de una mujer enamorada completamente. La naturaleza fue esquiva y lo narra por necesidad para que estemos precavidos para amar pero también para sufrir. El ¡váyase! fue el desprecio sumo. La ingratitud es una constante en el ser humano, y todo a causa «de una loca y descabellada pasión». «De esto hace ya veinticuatro años y, sin embargo, cuando recuerdo ese momento en que me quedé allí…».

Finalmente, manifiesta por qué habló de su destino («Cuando usted defendió a Madame Henriette, y con gran apasionamiento dijo que veinticuatro horas podían determinar por completo el destino de una mujer, me sentí aludida por ello…»). El gracias por escucharme, la despedida con una inclinación y un beso en la mano marchita «que temblaba levemente como hoja otoñal» coronan la obra.


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Zweig, S., Veinticuatro horas en la vida de una mujer y otros relatos. Madrid, Cátedra, 2023


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Literatura

Un nuevo Premio Nobel de Literatura: Kazúo Ishiguro

El nuevo Premio Nobel me sorprendió terminando la novela Clarissa de Stefan Zweig. Volví a sus novelas después de mucho tiempo (Me impactaron Carta de una desconocida y Veinticuatro horas en la vida de una mujer-  las puse como obligatorias en la Facultad-). Una vez finalizada, me propuse leer a Kazúo Ishisguro-lo desconocía-. Cayó en mis manos Never Let Me Go. Estuve a punto de dejarla en el primer capítulo. No caí en la tentación. El hecho de que el Sunday Times la bautizara como «A clear frontrunner to be the year´s most extraordinary novel» o el Washington Post «A wonderful novel, the best Ishiguro», me hizo continuar.

Ahora bien, quizá debido a que su lengua materna no sea la inglesa haya contribuido a que el estilo no sean esas hebras que se aúnan y ayudan a que  lo contado contribuya a no decaer en la lectura o a mí así me ha parecido-quizá hayan contribuido estos días convulsos-, a pesar de que la narradora intenta hacernos ver con exactitud un pasado de un centro educativo del que nadie podía salir-solo se tenía «vagas nociones» del mundo exterior-; seres que son considerados clones, pero en que el sexo, el amor y el poder forman una tríada necesaria. Es más, todo pulula en este triángulo con el añadido de «Sobre cómo el arte revela el alma del artista»; pero para descifrar este pensamiento se ha entretenido en demasía con los hacedores con un diálogo tan extenso que ensombrece tanto lo narrativo como lo descriptivo.

 De todas formas, la narradora-con una monotonía aplastante y lentitud exasperante- nos ha dado otra perspectiva de una juventud que no conocen quiénes son; una parodia de un colegio-Hailsham- en el que crecen unos jóvenes; todo parece extraño; quizá haya jugado demasiado entre la ficción y la realidad; entre la clonación y el humanismo, o quizá sea una adelantada del futuro que nos espera; por ahora, para mí es difícil imaginarlo. Eso sí, el título y la foto de la portada es llamativa, pero una vez que iba leyendo no hallé esa fuerza de Nunca me abandones. De ahí que haya encontrado desilusión, una vez leída.