Teatro

Los cabellos de Absalón. La gran comedia de don Pedro Calderón de la Barca

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Una historia bíblica que nos sumerge en lo existencial, puesta en los escenarios por uno de los dramaturgos fundamentales de los siglos de oro en donde se desgrana lo filosófico y la crítica social. Una obra que en pleno siglo XXI coadyuva a extender nuestro pensamiento y a preguntarnos las razones por las que, a veces, nos decantamos por el mal.

La violación de Tamar narrada en el Segundo Libro de Samuel, también en Antigüedades de Flavio Josefo, e incluso en crónicas medievales nos conmueve hoy y nos hace que reflexionemos a pesar del tiempo transcurrido. A buen seguro que daremos muchas vueltas en esa tríada Tamar, Amón y Absalón, una vez leída la comedia, y más cuando la violación se ha realizado por un hermano, y cómo se prepara la venganza por el otro hermano.

Para comprender el desarrollo de la obra y cómo llegó al público, el editor nos muestra una serie de apartados que conviene leer antes para acercarse a los problemas, circunstancias y hechos capitales; entre otros destaquemos: «La historia de Tamar, Amón y Absalón». «Del relato bíblico al espectáculo teatral». «La muerte de Amón y dos hipótesis sobre el texto perdido». «Entre Eurípides y Aristófanes».

El editor nos advierte de que estamos ante «las fuentes usadas por Calderón y los vericuetos de su transmisión textual. Pero, sobre todo, el deslinde del texto (del verdadero texto del autor)», pág.16. La investigación es encomiable y creíble al partir del Segundo Libro de Samuel. La obra de Calderón comienza con el regreso triunfal de David a Jerusalén. Consta de tres jornadas y dos entremeses; el primero al finalizar la primera jornada y el otro al terminar la obra.

Con buen criterio se nos detalla el inicio del epígrafe 13: «Aconteció después de esto que, teniendo Absalón, hijo de David una hermana hermosa que se llamaba Tamar, se enamoró de ella Amón, hijo de David«. La comedia de Calderón comienza con auténticas alabanzas de los personajes: Así Salomón, («Vuelva felicemente / de laurel coronada la alta frente / el campeón israelita»); después Adonías, («Ciña su blanca nieve / de la rama inmortal círculo breve / el defensor de Dios y su ley pía«); Absalón, («Himnos la fama cante / con labio de metal, voz de diamante / de Jehová al real caudillo»); Tamar, («Hoy de Jerusalén las hijas bellas, / coronadas de flores y de estrellas / entonen otra vez, con mayor gloria«). Lo redondea todo la exaltación de David a los que admira («Queridas prendas mías, / báculos vivos de mis luengos días / dadme todos los brazos», pág.70).

El final nos conmueven las palabras de David: («Ay, hijo mío, Absalón, / no fuera yo antes el muerto que tú). (,,,) . «Y ahora, no alegres salvas, / roncos, sí, tristes acentos / esta victoria publiquen / a Jerusalén volviendo, / más que vencedor, vencido«.

No se le puede escapar al posible lector/a la fuerza creativa de Calderón que subyace en el texto, así como la palabra exacta impregnada de belleza estilística. Conviene también tener en cuenta la opinión y certeza de don Alfredo Rodríguez-el que hace la edición-: «Resultaría sorprendente que un hecho de tal envergadura dramática hubiese sido omitido por Calderón en su texto originario, máxime habida cuenta de que él sigue la disposición del relato bíblico en lo que es la trama principal, la que afecta a Tamar, Amón y Absalón» pág. 32. Se refiere a la omisión en la segunda jornada de unos 500 versos por parte de la compañía «que representó la obra y la vendió a un impresor hacia 1675″. Son aspectos que pudieron ocurrir no solo con Calderón de la Barca; el poder de las compañías de teatro fue enorme; siempre tenemos que considerar en la obra literaria. Sin olvidar que lo fundamental es leerla. El enriquecimiento personal dependerá de la atención que tengamos con los hechos y si, hoy, nos aprovecha.

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Calderón de la Barca, P., Los cabellos de Absalón. Madrid, Cátedra, 2024
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Teatro

La boba para los otros y discreta para sí. Grande Lope de Vega, gloria nacional

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Lope es como el mar. Otra obra que hizo delicias del público en su momento, y ahora la editorial Cátedra, fiel al conocimiento y a la expansión de una de las voces irrepetibles, juntamente con Cervantes y Galdós, nos invita a que nos deleitemos leyéndola con su sabor, y saber. Atrévete a leerla, no te arrepentirás.

La crítica ha enmarcado esta joya literaria en el llamado ciclo de «senectute» (1627-1635). En Lope de Vega, al ser inmenso y portento literario, poco importa la clasificación; lo primordial es lo que encierra su obra. Hay que leer a todo Lope, quedaremos como inquietos y oreados de su fragancia. Si en casi todas las obras pensamos ahí está Lope, en esta obra está detrás del personaje Fabio, «el alter ego del dramaturgo» ( pág.27) como apunta Ane Zapatero. Además es el que hace las paces al final de la Comedia y contribuye a que la justicia y el nombre de Diana quede en el frontispicio; eso sí, antes, fue el artífice («¡ Ea, que ya sale amor / por donde entraron los celos ! / ¿Para qué estáis mirando? / Qué sirve, si los deseos / están pidiendo los brazos, / poner los ojos al sesgo?»). En un alarde de sapiencia, la editora traza las líneas primordiales desde su inicio, bien documentado, tanto en los problemas textuales como en testimonios, transmisión, cotejo, amén de las colecciones y ediciones singulares modernas.

Con esta obra, Lope pretende dar a conocer la hipocresía, la codicia, la ambición, la mentira de la corte; hasta dónde se puede llegar por conquistar el poder. Al final, es precisamente Diana la que representa la destreza, el honor, la gallardía, la sutiliza, su inteligencia para conquistar lo que le pertenece por testamento o por ley natural; qué importa que naciera de una violación; para Lope no hay distingos, todos y todas son iguales ante el derecho, más allá de que haya nacido fuera de las normas establecidas por la sociedad; aquí la «la expresión hija natural» cobra todo su esplendor. Diana tuvo que luchar para reconocer que tiene sangre noble para ocupar el poder por nacimiento. Un hecho más del gran Lope para aupar a la mujer, como en casi todas sus obras,

En esta edición el apartado crítico es digno de alabanza por el trabajo arduo que ha debido suponer (págs. 225-247). Incluso la sinopsis de la versificación de los tres actos de que consta la comedia con el total de todas a las que recurre Lope, así como el tanto por ciento. La estrofa más usada es el romance (42,59%); la que menos seguidillas (0.28). El resto son redondillas, silva, octavas reales, romancillo, décimas y quintillas. Todo un acopio de perfección que solo un dramaturgo como Lope puede conseguirlo. Ante los diálogos nítidos y rápidos quedas absorto; te ensimismas con esos versos lúcidos, amorosos, ardientes, en continuo suspenso, pero con una lectura que se hace amena, y nos tiene en vilo hasta el final.

A Fabio le concede la despedida. » Aquí, sentado, se acaba / la boba para los otros / y discreta para sí; / y, pues sois discretos todos / perdonando nuestras faltas, / quedaremos animosos / para escribir, el poeta; para serviros, nosotros«.

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Ejemplar en la Biblioteca Nacional, 1635. Portada