Teatro

La bella malmaridada de Lope de Vega

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¡Es Lope! ¡Es Lope! ¡Es Lope! El grande entre los grandes de la literatura universal, de nuevo en el candelero con su obra La bella malmaridada. Cada vez que se publica una de sus obras tenemos que felicitarnos. Ahora solo falta leerla y menos hablar de oídas o recurrir a chascarrillos que empobrecen a quienes los pronuncian y más si se dedican a la docencia.

La cultura popular fue un axioma clave en la creación de Lope. En este caso se inspiró en la tradición para ventear una idea aposentada en el poeta – dramaturgo; tema » tan arraigado en lo popular que probablemente no tiene parangón en todo el Siglo de Oro», pág. 18. De esta forma, Lope se adentra con versos claros en el romance:

«La bella malmaridada,

de las más lindas que vi,

si habéis de tomar amores,

no dejéis por otro a mí«.

Durante mucho tiempo «la bella malmaridada» fue glosada por los poetas y Lope no iba a ser menos; su pensamiento hizo que también él alimentara la canción que corrió de boca en boca y de verso en verso. Según nos muestra el editor, la obra fue firmada un 17 de diciembre de 1596.

Es loable que se nos diga la razón por lo que se plantea el proyecto de una edición crítica doble: «había que fijar, editar y anotar cada versión por separado»(…). «La elegida para el lector es la copia Gálvez, que venimos denominando como versión manuscrita y va escoltada de un voluminoso cuerpo de notas filológicas». En mi caso, he empezado la lectura por la versión impresa, «que toma como texto base la la «editio princeps», págs. 302 – 392 .

En la primera, el comienzo es semejante (TEODORO: amor loco, amor loco. / Yo por vos y vos por otro. LEONARDO: Algo vienes divertido. TEODORO: Bien dijo Montemayor / esta canción), a la segunda. Sin embargo, el final, en la primera, hay algún matiz diferenciador, aunque la idea es nítida. (LEONARDO: Hoy nuestro amor confirmemos. LISBELLA: ¡Tuya seré, soy y fui! LEONARDO: Yo tengo mujer honrada: / de hoy más seré buen marido. TEODORO: Aquí su fin ha tenido / La bella malmaridada). En la impresa, termina así (LEONARDO: Nuestra amistad confirmemos. LISBELLA: ¡Vuestra soy, seré y he sido! LEONARDO: Quede con esto acabada / la amistad que había empezado. TEODORO: Y aquí se acaba, senado, / La bella malmaridada ) . Se percibe sin entrar en detalles que la impresa estuviera como recortada, pero lo que pretende Lope se consigue, sea en una u otra. Simplemente, magistral.

Para llegar a los pormenores de la obra conviene leerse antes la introducción donde cada detalle es significativo; estos los hallamos en Fuentes, La canción de la mal casada, El romance, La novela italiana, Deudas literarias: pastoras y alcahuetas, Construcción dramática. Métrica, Historia del texto. Anejos al manuscrito Tratándose de una comedia de 1596 no está demás que se lean antes para una clarificación más enriquecedora, y así conquistar la cúspide de que es lo que se pretende.

Ya en los primeros versos surge la fuerza dialogal para aludir al hecho representado: TEODORO: (…y pues con una doncella/ te casaste a quien la fama/de Madrid celebra y llama/por excelencia «la Bella»/ y con serlo en tanto extremo/buscas algún pan prestado;/yo, que no he sido casado/ ¿por qué tus sermones temo?/ Vuelve a tu mujer, cansada/de lo que sufriendo está,/que hay mil que la llaman ya / la bella malmaridada ). La respuesta no se hace esperar. LEONARDO: (Teodoro, no la amistad/te haga tan hablador/porque no es burla el honor/que sufre tanta verdad./Deja estar a mi mujer/habla conmigo no más, págs. 103-104). Nítido el pensamiento por si albergaba alguna duda.

La obra descansa, sobre todo, en un personaje capital: Lisbella. Es la protagonista. A ella se unen marido y pretendiente; a pesar de los requiebros, Lisbella lanza: «No porque esté mal casada / dejo de ser bien nacida«. Todo un aviso claro, contra viento y marea; el rechazo es evidente. Estamos ante algo típico en el siglos XVI amor- celos que ya se deja entrever en el primer acto cuando Lisbella sale de noche, corroída por los celos tras su marido sin que este se entere con todo el peligro que puede entrever, por ejemplo cuando se entabla un diálogo en la nocturnidad entre los dos sin que sepan que son marido y mujer: Leonardo: ¿Sois vos casada? Lisbella: Sí soy. Leonardo: ¿Tenéis mal marido? Lisbella: Malo. Leonardo: ¿No os regala? Lisbella: ¿Qué regalo? Leonardo: Sufridle. Lisbella: Con él estoy / ¿Sois vos casado? Leonardo: Y cansado. Sin restar importancia al encuentro con otro personaje que se rinde a sus pies: Cipión (En toda mi vida vi / mujer de tal lengua y talle). Con estas notas es más que suficiente, es como el umbral del acto primero.

Es en el acto segundo cuando el pretendiente intenta el cortejo a la más bella (¡Yo he conocido a la Bella! ). Quiere valerse de una cadena de oro para el acercamiento, que finge haberse encontrado en la iglesia («Tomadla y dádsela allá, / decid que soy hombre noble»). Lisbella lo rechaza y escribe carta («Jamás tal prenda he tenido, / o el nombre o la casa erró, / aunque si él es Cipión, / un caballero romano, / ya conozco su intención). Pero hete aquí que llega su marido y quiere saber lo que pasa; desconfía y encierra en una habitación a su mujer hasta que se aclare la verdadera razón («Solo quiero saber lo que ha pasado. / Si tienes culpa al cielo te encomienda. Entra en ese aposento»). Hasta el criado sabe de la inocencia de la señora. El marido le lleva el papel y la cadena, y pregunta al pretendiente, este responde que no cree que sea delito el requerir o el mirar (…»y que siempre de ella he sido / ofendido y desdeñado»). Convencido le pide discreción («Con esto que importa más, / os pido, señor, secreto»). Incluso antes de terminar este acto pronuncia: «Yo tengo buena mujer / ¡No más, santo honor!» . La importancia del honor es primordial.

El acto tercero comienza con otras de las maldades o vicios que se dan: el juego. El diálogo entre Lisbella y Leonardo es duro; otra vez la lucha por llegar a la verdad, a la liberación. Lope, como grande que es, tuvo cuidado de que la violencia física no llegara al tablado, aunque por la cabeza de Leonardo prosigue la palabra adulterio ante otro caso con papel incluido. La presencia de los niños pequeños no se esperan, de ahí que la comedia llegue a un dramatismo insoportable («Hijos, yo quedo a morir / inocente como vos. / No pidáis venga a Dios / cuando la sepáis pedir (…) y si os dieren otra madre, / que la obedezcáis y améis»). La entereza de Lisbella ante la verdad la ennoblece («Los inocentes son fuertes/ los culpados son cobardes»). («Una segura conciencia / la muerte puede esperar»).

Cuando Leonardo se prepara para la pena capital, el brazo se congela, ni siquiera desenvaina la espada. («Todo el brazo se me ha congelado! ¿Qué puedo haberlo causado?» (-«Mi inocencia y tu mal celo»). pág, 259. En el fondo, Lope quiere que aunque tarde llegue la luz y el abrazo. La muerte de una inocente no se hubiera aceptado y menos «que se quebrara una piedra angular de la Comedia Nueva: la justicia poética», pag.56. Ni tragedia ni comedia, es Lope el que triunfa al final con la reconciliación de la pareja ante la verdad: «Hoy, nuestro amor confirmemos, -¡Tuya seré, soy y fui! – Yo tengo mujer honrada : / de hoy más seré buen marido».

Lo primordial es la lectura de la obra, el editor se decanta por la primera, la más fiable-«un texto que estaría mucho más próximo al verdadero original que la versión ofrecida por la tradición impresa-., pág,69. Más allá de la certeza en cuanto al texto, la primera te enseña, te clarifica con ese montón de notas filológicas a comprenderla mejor, no solo el tema que se plantea, también el entorno y las causas. Atrévete y entra en esa sociedad en la que el amor, el sentimiento, la mentira, los celos, la libertad son claves en las relaciones humanas. No muy lejos de las de hoy; además, de revestidas de lenguaje poético como acostumbra el todopoderoso Lope.

Lope de Vega, F., La bella malmaridada. Madrid, Cátedra, 2024, págs. 392
Cantando sobre el atril by Félix Rebollo Sánchez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España License