Las obras más hermosas de la literatura acadia son textos seleccionados en los que prima la calidad y, al mismo tiempo, imprescindibles para el conocimiento de esa literatura entroncada en la llamada antigua Mesopotamia. Lo que entendemos por joyas literarias están enclavadas en la literatura acadia. Al final, cuando terminas la lectura quedas como pensativo, en suspenso, con mirada ensoñadora, como si fueras a la búsqueda de un paraíso perdido. Es cuando la perfección te invade.

El término «Acadio», nos aclara el editor, «señala, más que una lengua propiamente dicha, un concepto que engloba diversas hablas dialectalmente diferenciadas a lo largo de la Historia». Doce escritos configuran el título del libro. Una vez leídos, cada uno, se necesitan una cierta pausa para la meditación; es necesaria. El poema de Adapa nos da una visión que para los humanos es imposible, como es la inmortalidad («A él le dio la sabiduría (pero) vida eterna no le concedió«. Los cuatro manuscritos de los que consta el poema con el título de tablillas son fragmentos; en el primero, se narra la conversación del dios Ea y Adapa, el encargado de satisfacer, orientar el culto al dios. En un momento-ya en el segundo fragmento-, Adapa observando el sueño de Ea se escapa a pescar en el barco del dios. Ante tal arrogancia y sin conocimientos de navegación, el viento hunde al barco («se quebró el ala del viento del sur«). Durante siete días no sopló el país; Adapa se enfurece y maldice al viento; es entonces cuando el viento no puede moverse-durante siete días no sopló el país-; ante el desorden, el supremo dios-Anu- monta en cólera y castiga a Adapa. Entra en acción el dios Ea y le dice que no acepte ni comida ni bebida si le ofrecen cuando suba a los cielos y te acerques a la puerta. Te harán muchas preguntas. «Te ofrecerán una comida de muerte, así como una bebida. Al preguntarle Anu el motivo de que rompiera el ala del viento Sur. Adapa respondió que estaba pescando y el mar en calma, cuando de pronto un viento furioso hundió el barco y yo lo maldije. Cuando le trajeron el alimento de la vida y la bebida, no comió. Al negarse, no se le permite entrar en el cielo. Y Anu clamó: «Cogedlo y llevadlo a su tierra».
Más allá de las interpretaciones a las cuatro versiones, e incluso si estamos ante un nuevo mito o no, subyace una idea clara; las personas que habitamos en, podíamos llamarlo cosmos, cumplimos con la dicotomía nacimiento / muerte sin que la rebeldía pueda asentarse por la perfección que nos doblega, somete al género humano. En el cuarto fragmento aunque difiera algo de los tres primeros («cuyo maléfico respirar en las gentes puso enfermedad que en el cuerpo de las gentes ha puesto», una divinidad la aliviará y habrá gozo; habrá certeza que lo humano-el cuerpo- no ascenderá a la eternidad.
En el poema Etana asistimos a una petición: descendencia; se implora a los dioses para que se tenga («¡Muéstrame la planta de la procreación!. ¡Quita mi carga, concédeme un heredero!». Es un anhelo para que se prosiga con esas señas de identidad, para que la estirpe no se pierda y desaparezca. La creación de una forma de ser que sea, al menos, inmortal en la tierra, que perviva. En el poema se atisban tres versiones. Alguien tiene que iniciar una nueva sociedad. Una diosa desciende de los cielos y elige a Etana, «que sea su arquitecto y el constructor , el bastón del mando»· Este personaje ya había construido «el santuario de Abad, su dios». A su sombra había crecido un chopo. En su copa anidó un águila y en su base habitó una serpiente. Se juraron respeto, pero ante el incumplimiento ocurren aspectos atroces y tiene que intervenir el dios Shamash ante la súplica de la serpiente. Para deshacer la fábula y coronarla Etana recurre al mismo dios para que le ayude a la procreación ya que su esposa no puede, pero asistimos a un sueño y ve una planta de nacimiento. Etana se empeña en buscarla. En la tablilla tercera, ante la petición del águila a Shamash por el cumplimento con la serpiente, hallamos a Etana pidiendo a «el águila que le concediese la planta de la procreación». Ante una narración extensa. el águila saldrá de la fosa y ayudará a Etana a subir a los cielos encima de sus alas para encontrar el árbol o planta de la creación. De tanto subir, de pronto empiezan a descender, no se sabe si llegaron a estar en los cielos y contemplar la planta; la historia se corta; pero, a pesar de todo, Etana tuvo su heredero.
Hallamos tres versiones la»versión tardía («fechada en el siglo VII es la más extensa y la que nos suministra una mayor información»), versión paleobabilonia (·«debió redactarse en la primera mitad del segundo milenio», versión mediosiria («conocida por una decena de de fragmentos…, pueden fecharse en torno al siglo XIII»). Las tres apuntan al meollo de la cuestión. el editor nos dice cuándo se produjeron por lo que habrá que dar fe dada su investigación y su alarde para mostrarnos estas páginas hermosas, pág. (62). Ante tanta belleza narrativa, el poema habrá que leerlo, al menos, dos veces, Sin que te lo propongas, saldrá un espíritu que te invitará a leerlo de nuevo.
El poema Teodicea Babilonia es dialogado entre dos personas; ambas de altura lingüística y dominadoras del entorno. Una con el nombre de doliente que ha sufrido una injusticia social: la otra es un amigo. Hay nueve manuscritos. Tienen 27 estrofas, y cada una con 11 líneas; todas líneas empiezan con el mismo «silabograma», y se forma un acróstico en el que se descubre el nombre del autor-un sacerdote de conjuros que venera a los dioses y al rey-. Ante tanta injusticia, uno duda de la divinidad y se aparta; por el contrario, sí cree en los dioses y hay que venerarlos; es un ejemplo.
El doliente necesita contar su infortunio, de ahí que necesite a una persona sabia, ilustrada. Narra la historia: cómo siendo un niño «el destino golpeó a mi padre», y su madre «partió hacia el País de imposible retorno» . Es decir, lo dejaron sin nadie que le cuidara. Rápidamente interviene el amigo para consolarlo; incluso lo denomina «dilecto amigo»; ante esta situación lo mejor es venerar a los dioses, le insta a que sea así («El que sirve al dios gana una divinidad protectora» (…). El que está en peligro «si venera a la diosa, acumula riquezas»). En la estrofa tercerea el doliente se queja; está desamparado y sin riquezas y menos poder. El amigo le vuelve a repetir en la estrofa cuarta que «las plegarias» a los dioses son necesarias si quiere ser feliz; que busque la senda, el camino; los dioses te protegerán. Ante las palabras preciosas, se rinde, pero le recuerda que los ricos se comportan como animales salvajes («¿Acaso el hombre rico (…) pesa el preciado oro rojo (que se ofrenda) a la diosa?»). En la contestación le denomina ahora «hermano mío», «joya de sabiduría», y le insiste en buscar «sin desmayo la eterna recompensa de la bondad de los dioses». Y así, van dialogando, cómo los ricos son cada vez más ricos, y los pobres cercanos a los dioses, cada vez viven peor, el bribón, el necio están por encima («la senda de la prosperidad la recorren aquellos que no honran a los dioses»). Y así, el doliente-sufriente cuenta las desdichas-cómo el poderoso triunfa haciendo el mal, cómo la injusticia predomina-, y las respuestas del amigo- en las que admite que puede haber una cierta injusticia- hasta la estrofa veintisiete en la que el doliente intenta creer en la esperanza- «soy un hombre de talento y piadoso»; y finalmente ruega ayuda al dios que lo abandonó y proclama: «Que el pastor real, mi Sol, guíe como un dios a las gentes».
En todos los poemas se encuentra la sabia poderosa para hacernos comprender qué es la existencia y hasta dónde podemos llegar. El humorismo ante la certeza de que somos mortales en ese desgranar entre el amo y el esclavo en el poema «Diálogo del pesimismo». Los consejos morales y políticos para que sepa distinguir el mal del bien y no se decante por el poderoso, y menos hurte el «dinero de los habitantes y lo ingrese en su haber» en «Consejos a un Príncipe«. Cualquiera que lea este poema se podrá preguntar, incluido el que reseña estos poemas, y para qué necesitamos príncipes y princesas. ¿Cuál es su utilidad? Las respuestas quedan en el limbo.
El poema El hombre pobre de NIppur muestra la venganza ante el menosprecio del poderoso ( en este caso alcalde) «(Por un agravio que me hiciste / te he hecho pagar tres veces»). El poema del justo sufriente es un monólogo y consta de cinco tablillas; la última termina con una plegaria en la que se pide entre otras muchas «que goce de la plenitud de la vida, que mitigue su llanto, que las gentes vuelvan a estar en paz, que su dios personal lo ensalce y su diosa personal lo honre». Comienza con un hecho grandioso: «Alabaré al señor de la sabiduría al dios juicioso / el que se enfurece de noche, pero se apacigua de día». Detrás de todo, están los sufrimientos de una persona y la curación gracias al dios Marduk. El poema de la creación o Eunema Elish es otra exaltación al dios Marduk como el artífice, el supremo de organizar el Universo y Babilonia como lugar para sus inicios. Versa, por tanto, de la creación del hombre y el origen de universo. El poema es una canción al dios-«el que encadenó a Tiamar y obtuvo la realeza (…), el templo de Babilonia». El poema Inuma Ilú es extenso y abarca temas como la creación del género humano-«Tú serás la diosa de los nacimientos, la creadora de la humanidad», el diluvio- «el estruendo del diluvio» (…) «y un hombre sobrevivió a la catástrofe»-, la muerte-«Vuestra enfermedad está consumiendo al país (..)la peste se estableció entre las gentes»-, el matrimonio-«donde la mujer embarazada dé a luz» (…)yazcan juntos la esposa y su marido»-, la procreación-«entre las gentes haya la mujer fértil y la infértil», El poema de Nergal y Erehkigal nos hace reflexionar, de nuevo, sobre la importancia de lo dioses. pero sin que lleguemos a comprenderla entre lo terrenal y todo el bagaje de la divinidad, se supone celestial.
El descenso de Ishtar al inframundo : dos formas de contemplación; por una, la codicia o de saber acerca del Inframundo. La diosa quiere penetrar sin más, con exigencia, pero hay condiciones: tiene que pasar por siete puertas, y en cada una de ellas tiene que dejar algún objeto de su atuendo en que va vestida; al franquear la séptima. «le arrebató el vestido de la dignidad de su cuerpo y se lo llevó». Los ritos de la señora de Inframundo lo ponía como exigencia si quería entrar; al verla, manda a su visir que la aleje de su presencia y despliega contra ellas sesenta enfermedades. Al desaparecer Ishtar, otra diosa-Ea- decide salvarla y crea un ser asexuado . Al oír esto, Ereshhkigal lanza una maldición contra el nuevo ser. Finalmente, manda traer a su presencia a Ishtar-eso sí pasando otra vez por las siete puertas- ; ya en la primera se la devolvió e vestido de la dignidad de su cuerpo, y en la última, «la gran tiara de su cabeza». Para dejarla salir, tenía que entregar un sustituto; así se hizo, y este fue su antiguo amante Dumuzi. El poema de Erra tiene en el centro Babilonia y su sufrimiento-«contra el santuario de Babilonia, como el que un país devasta, arrojaron fuego»-, para enaltecerla de nuevo. Un canto para siempre y eternamente permanezca. en todos los países. Es el dios Ishum-exterminador famoso- el que revela el poema al poeta con el consentimiento de Erra-«heroico. Tú empuñas la rienda de los cielos»- y el resto de dioses.
Son poemas con algo más que la palabra exacta en un mundo en el que los dioses acamparan todo y las personas se doblegan aunque no llegan a comprender las maldiciones, las injusticias que siempre recaen sobre los más desvalidos y el poderoso es que triunfa aunque no crean en la divinidad. ————————
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Las obras más hermosas de la literatura acadia. Madrid, Cátedra, 2024, 458 págs. Cantando sobre el atril by Félix Rebollo Sánchez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España License
