Entre lo periodístico y lo histórico podemos enclavar este ensayo, sin que falte lo ficcional; es la única forma de llegar a lo que supuso la epidemia de peste en aquel Londres de 1665 cuando el genial escritor apenas tenía seis años. Lo excepcional siempre hay que tenerlo en cuenta y más si su estilo es «excelso».
Siempre que releo o me cuerdo de este Diario del año la peste, (1722) me viene a la memoria el también ensayo periodístico Una industria que vive de la muerte de Pérez Galdós. Con estilo también admirable en que la ficción se hace arte como ocurre en el texto literario. La diferencia estriba en que Galdós fue testigo de la peste que asoló Madrid en 1865, mientras Defoe tenía unos cinco años, y posiblemente fuera su tío Henry Foe quien le proporcionó datos y hechos ocurridos para poder hilvanar para la posterioridad la negrura de la peste bubónica que mató a tantas personas-97000- en ese año fatídico. espantoso-«era frecuente que la gente cayera muerta por las calles«, en Londres.
La creencia por parte de la gran mayoría de que era un castigo divino corría de boca en boca-«la vara del Todopoderoso para castigar los desacatos impíos de los hombres«-. Un refugio consistió en ponerse en manos, en la protección del Todopoderoso. Creyeras o no, era una defensa para no sucumbir ante la terrible desdicha. Defoe tuvo su propia opinión, lejos, claro, de la cólera divina y se basó en lo que se sabía de la medicina, o de los tratados publicados. El editor de la edición matiza: «Defoe subraya el el reconocimiento de la intervención divina en los asuntos divinos, pero dotándolas de tintes racionalistas y sustentándola en postulados científicos«, pág.48. Sea como fuere, Defoe ha quedado para la posteridad como el gran novelista inglés y el periodista que se acercó a los hechos como si fuera un reportero de los acontecimientos acaecidos de un instante histórico; poco importa que el origen de la epidemia de la peste fuera extranjera. Su obsesión se circunscribe a Londres con un mapa certero. No nos extraña que García Márquez lo tuviera como de cabecera en sus lecturas. James Joyce describió el estilo del Diario como «magistral». Entre periodismo y novela se puede colocar el relato que nos retrotrae a un hecho calamitoso, ominoso, a una ciudad perpleja sin saber las causas, el martirio de tantas muertes. La dualidad ignorancia y exaltación aumentaba sin más. Fue el terror y el miedo a la peste.
Al principio la gente mostró su preocupación por los hechos que se sucedían, fundamentalmente «en la última semana de diciembre de 1664«; pero, sobre todo, se tuvieron en cuenta los entierros que «aumentaban de manera considerable«, que proporcionaban las parroquias. La preocupación se agigantaba semana tras semana. No había otra forma que salir de la ciudad. No fue fácil, la petición para obtener salvoconductos o certificados de salud para la salida fue enorme. Lo mejor era la huida para que la peste no les infestara.
Destacaron «las disposiciones relativas a la epidemia de peste compuestas y publicadas por el alcalde y regidores de la ciudad de Londres, 1665«. El eje vertebrador fueron las parroquias en las que destacaron inspectores, vigilantes, guardianas, cirujanos, enfermeras. Así como los preceptos relativos a las casas infectadas, aislamientos de los enfermos, saneamiento de los enseres domésticos, entierro de los muertos, limpieza de las calles, coches de alquiler, basureros, etc. No quedó nada para que la epidemia no prosiguiera y se cortara. Todo estaba recogido en normas, incluso las enormes fosas que se construyeron.
Es sobrecogedor la estampa de la madre que muere en el parto y el niño nace muerto. Cuando la nodriza se presentó halló al hombre sentado con la mujer muerta «y tan abrumado por el dolor que murió unas pocas horas después sin ningún signo de contagio, tan solo hundido bajo el peso de su profunda pena», pág.259. Incluso algunos, «incapaces de soportar el tormento, se tiraban por las ventanas o se pegaban un tiro». La variedad de actitudes que la gente adoptaba se debió al sufrimiento al no poder calmarlo.
Cuando la peste comenzó a remitir, el pensamiento de las gentes se mantuvo en que: «Nada salvo la intervención divina, nada salvo su omnipotencia, podría haberlo logrado». La desolación ya huía y se apoderaba la idea de que el censo de muertes iba disminuyendo. El cambio de los rostros de las personas podía percibirse. Con sonrisa de gozo, en las calles, se apretaban las manos. Las ventanas de las casas comenzaron a abrirse para saludar al vecino. Era un resurgir a la dicha. Fue el lloro de alegría.
La última página descifra, nos aclara, la terrible peste; pero también la luz, el resurgir de una capital que deslumbra, de nuevo. La imagen del Fénix representa el poderío con que se reviste su Londres. Había que volver al cauce esplendoroso, de ahí que concluyera con unos versos «que yo mismo compuse«. Fue la alegría de estar vivo. Parecía como si fuera todo maravilloso. Es como un sueño. El ¡«Alabado sea Dios! fue la expresión más usada en las calles entre los que sobrevivieron. Fue el saludo fraternal como agradecimiento.
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«Mi nombre es Camba». Estamos ante un escritor nómada o «escritor viajero» que lo deseó («vivir en el extranjero libremente«). En sus escritos desde el ángulo que queramos sobresale un nombre con humor. Recorrió siete países y en todos dejó su huella periodística con sus crónicas desde el extranjero. Cuando intentamos recordar la expresión «columna periodística», como género, nos viene a la memoria Azorín. No sé si trató de imitarlo o simplemente quiso ser él aunque tuviera en mente al de Monóbar. Su singularidad fue su campo.
Que tengamos, hoy, sus crónicas cercanas para su lectura es de agradecer; así como a Pla o Chaves Nogales. Nombres en el arte de la escritura. Lo brillante aunque sea subjetivo ayuda a comprender mejor el suceso cotidiano, a inducir con la mayor exactitud lo que acontece con objetividad, no lo que piense, he ahí la gran labor del hecho periodístico en que la observación es primordial.
La brillantez de sus artículos fueron recompensados con su publicación en libros. Uno de los destacados es La rana viajera (1920), conjunto de artículos humorísticos en los que destacan el tema de España y los españoles. Otro libro primordial La casa de Lúculo (1929), que versa de gastronomía, e intenta demostrar que la cocina es fundamental en nuestra vida. Pero lo que más llama la atención es su estilo perspicaz, incisivo y novedoso. Su fino humor deleitó a los/as lectores. Su buen hacer periodístico fue valorado con el premio «Mariano de Cavia».
Cuentan que a los trece años se escapó a Buenos Aires, donde residió dos años. A su regreso se dio a conocer, primero, en la prensa gallega, en el Diario de Pontevedra, y luego en Madrid, en un principio en El País. Su columna en La Tribuna con el título «Diario de un español» adquirió solera.
«He aquí mis mejores páginas. Las otras son también bastante buenas, no se vayan ustedes a creer», podemos leer en «Sentido de esta Antología» para prevenir al lector/a. La estructura tiene como base en siete apartados titulados: En el pueblo natal. Una ojeada al mundo. Años después. España reencontrada. Un poco de gastronomía. La República. Pequeños ensayos. Últimos artículos. Podemos leer En el pueblo natal tres. Desde su Galicia natal, allá por 1907 o 1908, nos advierte de que desconoce si son los más antiguos. En esta Antología podemos leer tres: Los curas de aldea. La diligencia. La escuela rural. En «Los curas de aldea», sus padres le propusieron que se fuera a Santiago «para ingresar en el Seminario». La contestación fue nítida; «Mis ideas no me permiten ser cura». Esta corroboración cuando una mujer, atenta a sus correrías, le espeta: ¡Cuánto mejor estarías en un curato de por aquí! Mejor para el alma y mejor para el cuerpo». Era una forma tranquila y de buen comer y vivir para los que se consagraban a Dios. En «La escuela rural» comenta el miedo, la certeza, el castigo de unos tiempos convulsos. Recuerda la escuela como centro de castigo, «de un lugar de tortura adonde me enviaban mis padres para castigarme». Las seis horas eran para él «un verdadero suplicio».
En una ojeada al mundo . Al reunir todos los artículos entre los años 1909 y 1914 siente nostalgia «a la manera de Jorge Manrique, la época en que éramos diferentes». Todos los pueblos con su peculiaridades (italianos, franceses, suizos, alemanes, yanquis) y con la salsa humorística de Camba, bien sea cómo comen los ingleses, qué hacer si se acaba el carbón, pesadilla para los poetas españoles, el sol en Londres, el pudding de las Navidades, la indiferencia inglesa, toque de corneta en la que «la pura Inglaterra, debe ocupar el cielo». Los franceses con su arte de cocinar, el bulevar parisino, o sobre la cama («A mí me encantan la blandura, la elasticidad, la amplitud y el calorcito de las camas francesas»). Los alemanes como el país de la cerveza, el clima de Múnich-su cerveza » es más que la niebla en Londres, y más que el sol en Andalucía»-. El pueblo alemán- «Llevo ya dos años en Alemania, y todavía no me he enterado de que aquí haya un pueblo-. Los suizos -«Yo nunca me he imaginado Suiza poblada de suizos, sino de ingleses»-. El inteligente en Mont-Blanc. El turista inglés, alemán, yanki, francés. Es la radiografía de aquella Suiza, más allá de los famosos quesos. Los yanquis. La ciudad teoría («Nueva York no es una ciudad»). El anhelo artístico.. Psicología de las catástrofes. El self-made-man. Más negros. Judíos. El periodismo americano. Los italianos con su Nápoles y Pompeya. Florencia y los florentinos. Lingua italiana, in boca toscana-«en boca de nujer-. La democracia milanesa. Los portugueses con Las filosofías del Tajo. Coimbra. Buarcos.
Calmados ya los vientos, después de la Primera guerra mundial, vuelve al periodismo con el rótulo Años después. De Inglaterra. El alcohol moralmente considerado- «Con el alcohol se anula el sexo y se anula la inteligencia-.La eterna infancia. La diosa inteligencia. Del loro y la langosta. De Alemania con ¡Viva la desorganización! La grasa productor del pensamiento alemán.
España reencontrada. En la mente del escritor, aun estando en el extranjero, recordaba España de lo que escribía; existía en su pensamiento una traslación; si escribía de las costumbres en el sitio que estaba, intentaba observar las diferencias que había con el país en el que había nacido; eran algo inherente las comparaciones («una contraposición de lo español a lo extranjero; el tratamiento de lo extranjero en función de lo español»). En este apartado destacan «El Camino de Santiago» en el que resalta la Catedral como lo más moderno. No entra cuando se descubrió el cuerpo del Apóstol, pero lo que sí le llamó la atención fue el hecho que solo había dos periódicos El Correo Español y El debate, que describe como medievalistas. En «Literatura patológica» comienza con la oración: «Desgraciadamente, en la literatura española no hay mas que genios». Los califica como tullidos en la puerta de una iglesia. Es un varapalo en todo el artículo.
Un poco de gastronomía. Se detiene en «La cocina inglesa». «El buey». «La sardina». «La idea hipocrática». En la República destaca entre otros: «La libertad de cultos», El divorcio. «El café y la revolución». «El Estado central hidroeléctrica». Pequeños ensayos. Son dieciocho («La bohemia». «Sobre la fe y la Medicina». «Sobre el sabotaje periodístico». «Sobre la justicia», etc.). Corona el libro los Últimos artículos. Son escogidos tres: «Un cumpleaños». «El adjetivo». «Gimnasia de lata».
No nos arrepentiremos de haber leído todo el libro; en cada hoja hallamos una sabia como si nos perteneciera; como si nos uniéramos a un «periodista de raza, capaz de elevar la columna de periódico a la categoría de alta literatura».
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Camba, J., Mis páginas mejores. Madrid, Cátedra, 2025, 422 págs.
Las obras más hermosas de la literatura acadia son textos seleccionados en los que prima la calidad y, al mismo tiempo, imprescindibles para el conocimiento de esa literatura entroncada en la llamada antigua Mesopotamia. Lo que entendemos por joyas literarias están enclavadas en la literatura acadia. Al final, cuando terminas la lectura quedas como pensativo, en suspenso, con mirada ensoñadora, como si fueras a la búsqueda de un paraíso perdido. Es cuando la perfección te invade.
El término «Acadio», nos aclara el editor, «señala, más que una lengua propiamente dicha, un concepto que engloba diversas hablas dialectalmente diferenciadas a lo largo de la Historia». Doce escritos configuran el título del libro. Una vez leídos, cada uno, se necesitan una cierta pausa para la meditación; es necesaria. El poema de Adapa nos da una visión que para los humanos es imposible, como es la inmortalidad («A él le dio la sabiduría (pero) vida eterna no le concedió«. Los cuatro manuscritos de los que consta el poema con el título de tablillas son fragmentos; en el primero, se narra la conversación del dios Ea y Adapa, el encargado de satisfacer, orientar el culto al dios. En un momento-ya en el segundo fragmento-, Adapa observando el sueño de Ea se escapa a pescar en el barco del dios. Ante tal arrogancia y sin conocimientos de navegación, el viento hunde al barco («se quebró el ala del viento del sur«). Durante siete días no sopló el país; Adapa se enfurece y maldice al viento; es entonces cuando el viento no puede moverse-durante siete días no sopló el país-; ante el desorden, el supremo dios-Anu- monta en cólera y castiga a Adapa. Entra en acción el dios Ea y le dice que no acepte ni comida ni bebida si le ofrecen cuando suba a los cielos y te acerques a la puerta. Te harán muchas preguntas. «Te ofrecerán una comida de muerte, así como una bebida. Al preguntarle Anu el motivo de que rompiera el ala del viento Sur. Adapa respondió que estaba pescando y el mar en calma, cuando de pronto un viento furioso hundió el barco y yo lo maldije. Cuando le trajeron el alimento de la vida y la bebida, no comió. Al negarse, no se le permite entrar en el cielo. Y Anu clamó: «Cogedlo y llevadlo a su tierra».
Más allá de las interpretaciones a las cuatro versiones, e incluso si estamos ante un nuevo mito o no, subyace una idea clara; las personas que habitamos en, podíamos llamarlo cosmos, cumplimos con la dicotomía nacimiento / muerte sin que la rebeldía pueda asentarse por la perfección que nos doblega, somete al género humano. En el cuarto fragmento aunque difiera algo de los tres primeros («cuyo maléfico respirar en las gentes puso enfermedad que en el cuerpo de las gentes ha puesto», una divinidad la aliviará y habrá gozo; habrá certeza que lo humano-el cuerpo- no ascenderá a la eternidad.
En el poema Etana asistimos a una petición: descendencia; se implora a los dioses para que se tenga («¡Muéstrame la planta de la procreación!. ¡Quita mi carga, concédeme un heredero!». Es un anhelo para que se prosiga con esas señas de identidad, para que la estirpe no se pierda y desaparezca. La creación de una forma de ser que sea, al menos, inmortal en la tierra, que perviva. En el poema se atisban tres versiones. Alguien tiene que iniciar una nueva sociedad. Una diosa desciende de los cielos y elige a Etana, «que sea su arquitecto y el constructor , el bastón del mando»· Este personaje ya había construido «el santuario de Abad, su dios». A su sombra había crecido un chopo. En su copa anidó un águila y en su base habitó una serpiente. Se juraron respeto, pero ante el incumplimiento ocurren aspectos atroces y tiene que intervenir el dios Shamash ante la súplica de la serpiente. Para deshacer la fábula y coronarla Etana recurre al mismo dios para que le ayude a la procreación ya que su esposa no puede, pero asistimos a un sueño y ve una planta de nacimiento. Etana se empeña en buscarla. En la tablilla tercera, ante la petición del águila a Shamash por el cumplimento con la serpiente, hallamos a Etana pidiendo a «el águila que le concediese la planta de la procreación». Ante una narración extensa. el águila saldrá de la fosa y ayudará a Etana a subir a los cielos encima de sus alas para encontrar el árbol o planta de la creación. De tanto subir, de pronto empiezan a descender, no se sabe si llegaron a estar en los cielos y contemplar la planta; la historia se corta; pero, a pesar de todo, Etana tuvo su heredero.
Hallamos tres versiones la»versión tardía («fechada en el siglo VII es la más extensa y la que nos suministra una mayor información»), versión paleobabilonia (·«debió redactarse en la primera mitad del segundo milenio», versión mediosiria («conocida por una decena de de fragmentos…, pueden fecharse en torno al siglo XIII»). Las tres apuntan al meollo de la cuestión. el editor nos dice cuándo se produjeron por lo que habrá que dar fe dada su investigación y su alarde para mostrarnos estas páginas hermosas, pág. (62). Ante tanta belleza narrativa, el poema habrá que leerlo, al menos, dos veces, Sin que te lo propongas, saldrá un espíritu que te invitará a leerlo de nuevo.
El poema Teodicea Babilonia es dialogado entre dos personas; ambas de altura lingüística y dominadoras del entorno. Una con el nombre de doliente que ha sufrido una injusticia social: la otra es un amigo. Hay nueve manuscritos. Tienen 27 estrofas, y cada una con 11 líneas; todas líneas empiezan con el mismo «silabograma», y se forma un acróstico en el que se descubre el nombre del autor-un sacerdote de conjuros que venera a los dioses y al rey-. Ante tanta injusticia, uno duda de la divinidad y se aparta; por el contrario, sí cree en los dioses y hay que venerarlos; es un ejemplo.
El doliente necesita contar su infortunio, de ahí que necesite a una persona sabia, ilustrada. Narra la historia: cómo siendo un niño «el destino golpeó a mi padre», y su madre «partió hacia el País de imposible retorno» . Es decir, lo dejaron sin nadie que le cuidara. Rápidamente interviene el amigo para consolarlo; incluso lo denomina «dilecto amigo»; ante esta situación lo mejor es venerar a los dioses, le insta a que sea así («El que sirve al dios gana una divinidad protectora» (…). El que está en peligro «si venera a la diosa, acumula riquezas»). En la estrofa tercerea el doliente se queja; está desamparado y sin riquezas y menos poder. El amigo le vuelve a repetir en la estrofa cuarta que «las plegarias» a los dioses son necesarias si quiere ser feliz; que busque la senda, el camino; los dioses te protegerán. Ante las palabras preciosas, se rinde, pero le recuerda que los ricos se comportan como animales salvajes («¿Acaso el hombre rico (…) pesa el preciado oro rojo (que se ofrenda) a la diosa?»). En la contestación le denomina ahora «hermano mío», «joya de sabiduría», y le insiste en buscar «sin desmayo la eterna recompensa de la bondad de los dioses». Y así, van dialogando, cómo los ricos son cada vez más ricos, y los pobres cercanos a los dioses, cada vez viven peor, el bribón, el necio están por encima («la senda de la prosperidad la recorren aquellos que no honran a los dioses»). Y así, el doliente-sufriente cuenta las desdichas-cómo el poderoso triunfa haciendo el mal, cómo la injusticia predomina-, y las respuestas del amigo- en las que admite que puede haber una cierta injusticia- hasta la estrofa veintisiete en la que el doliente intenta creer en la esperanza- «soy un hombre de talento y piadoso»; y finalmente ruega ayuda al dios que lo abandonó y proclama: «Que el pastor real, mi Sol, guíe como un dios a las gentes».
En todos los poemas se encuentra la sabia poderosa para hacernos comprender qué es la existencia y hasta dónde podemos llegar. El humorismo ante la certeza de que somos mortales en ese desgranar entre el amo y el esclavo en el poema «Diálogo del pesimismo». Los consejos morales y políticos para que sepa distinguir el mal del bien y no se decante por el poderoso, y menos hurte el «dinero de los habitantes y lo ingrese en su haber» en «Consejos a un Príncipe«. Cualquiera que lea este poema se podrá preguntar, incluido el que reseña estos poemas, y para qué necesitamos príncipes y princesas. ¿Cuál es su utilidad? Las respuestas quedan en el limbo.
El poema El hombre pobre de NIppur muestra la venganza ante el menosprecio del poderoso ( en este caso alcalde) «(Por un agravio que me hiciste / te he hecho pagar tres veces»). El poema del justo sufriente es un monólogo y consta de cinco tablillas; la última termina con una plegaria en la que se pide entre otras muchas «que goce de la plenitud de la vida, que mitigue su llanto, que las gentes vuelvan a estar en paz, que su dios personal lo ensalce y su diosa personal lo honre». Comienza con un hecho grandioso: «Alabaré al señor de la sabiduría al dios juicioso / el que se enfurece de noche, pero se apacigua de día». Detrás de todo, están los sufrimientos de una persona y la curación gracias al dios Marduk. El poema de la creación o Eunema Elish es otra exaltación al dios Marduk como el artífice, el supremo de organizar el Universo y Babilonia como lugar para sus inicios. Versa, por tanto, de la creación del hombre y el origen de universo. El poema es una canción al dios-«el que encadenó a Tiamar y obtuvo la realeza (…), el templo de Babilonia». El poema Inuma Ilú es extenso y abarca temas como la creación del género humano-«Tú serás la diosa de los nacimientos, la creadora de la humanidad», el diluvio- «el estruendo del diluvio» (…) «y un hombre sobrevivió a la catástrofe»-, la muerte-«Vuestra enfermedad está consumiendo al país (..)la peste se estableció entre las gentes»-, el matrimonio-«donde la mujer embarazada dé a luz» (…)yazcan juntos la esposa y su marido»-, la procreación-«entre las gentes haya la mujer fértil y la infértil», El poema de Nergal y Erehkigal nos hace reflexionar, de nuevo, sobre la importancia de lo dioses. pero sin que lleguemos a comprenderla entre lo terrenal y todo el bagaje de la divinidad, se supone celestial.
El descenso de Ishtar al inframundo : dos formas de contemplación; por una, la codicia o de saber acerca del Inframundo. La diosa quiere penetrar sin más, con exigencia, pero hay condiciones: tiene que pasar por siete puertas, y en cada una de ellas tiene que dejar algún objeto de su atuendo en que va vestida; al franquear la séptima. «le arrebató el vestido de la dignidad de su cuerpo y se lo llevó». Los ritos de la señora de Inframundo lo ponía como exigencia si quería entrar; al verla, manda a su visir que la aleje de su presencia y despliega contra ellas sesenta enfermedades. Al desaparecer Ishtar, otra diosa-Ea- decide salvarla y crea un ser asexuado . Al oír esto, Ereshhkigal lanza una maldición contra el nuevo ser. Finalmente, manda traer a su presencia a Ishtar-eso sí pasando otra vez por las siete puertas- ; ya en la primera se la devolvió e vestido de la dignidad de su cuerpo, y en la última, «la gran tiara de su cabeza». Para dejarla salir, tenía que entregar un sustituto; así se hizo, y este fue su antiguo amante Dumuzi. El poema de Erra tiene en el centro Babilonia y su sufrimiento-«contra el santuario de Babilonia, como el que un país devasta, arrojaron fuego»-, para enaltecerla de nuevo. Un canto para siempre y eternamente permanezca. en todos los países. Es el dios Ishum-exterminador famoso- el que revela el poema al poeta con el consentimiento de Erra-«heroico. Tú empuñas la rienda de los cielos»- y el resto de dioses.
Son poemas con algo más que la palabra exacta en un mundo en el que los dioses acamparan todo y las personas se doblegan aunque no llegan a comprender las maldiciones, las injusticias que siempre recaen sobre los más desvalidos y el poderoso es que triunfa aunque no crean en la divinidad. ————————
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El libro se lee con delectación-estamos ante una prosa poética-, y «supone una puerta de acceso imprescindible a la obra de Octavio Paz» (contraportada). Ya era hora de que reverdecieran las letras del primer Premio Nobel de las letras mexicanas. Hallaremos artículos de literatura, de arte, ensayos, actualidad social, política, encuestas, reseñas, y todo revestido de poesía que te ayudará en la lectura sosegada y con provecho. Se trata de una nueva edición revisada y aumentada de Enrico Mario Santí. La estructura consta de cuatro partes tituladas ( Vigilias: diario de un soñador. Libros y autores. Testimonios. Novedades.Anexos ( Fuentes. Índice onomástico). En la primera parte. la palabra poeta gira constantemente por la mente del autor, incluso nos la recuerda en las últimas líneas: «Y el olvido te cubre, poeta, como a la tierra el pecho sombrío de la nube a la hora en que el sol deserta», pág. 150. Es el conocimiento por medio de la poesía.
Octavio Paz en su «Descargo» nos advierte de que » la literatura es soliloquio y diálogo». Esta edición contribuye a esclarecer, por si había dudas, los pormenores de las causas de la misma con un muestrario de revistas, periódicos, en los que se apoya. Dos premisas de las que nos percataremos en sus escritos. Su identidad mexicana/española se percibe ya desde las primera líneas desde sus «Vigilias», que irán fortaleciéndose hasta el final. Las cuatro vigilias forman un testimonio de la dicotomía vida-muerte y el tiempo como abanderado de las transformaciones que van surgiendo en este diario de un poeta desnudo ante la adversidad y la dicha. Son notas que coadyuvan a sentirse. Recogen «los los capítulos del diario íntimo que Paz fue publicando entre 1938 y 1945 más los dos poemas en prosa inéditos que forman parte de la misma colección». Comienza » a escribir, precisamente, a la muerte del padre, en los ratos libres que le permitía su trabajo de escribiente en el Archivo General de la Nación», pág. 34. Es su conciencia la que le insta a sacar su mejor yo interiorizado.
Si nos sumergimos en el amor, clave en lo humano como necesidad, también debemos aceptar el dolor, la angustia de ser. Es la soledad la que abruma, de ahí el sacrificio que se debe aceptar. El poeta al hablar de esta certidumbre desolada, evoca a «Jesús, de la misma noche en cuya oscuridad y soledad de hombre, cualquier hombre, llega a purificar su condición, mediante la evidencia de su enorme desnudez frente al mundo», pág.141. Toda la vigilia IV versa sobre el destino amoroso en el que se duda si es una exaltación o si permanecía como destrucción («No puedo recordar la clase de sentimiento que experimentamos : horror, alegría. pasmo»). La luz y la sombra del amor revoloteaba. En la vigilia tercera explora la identidad del ser, la pregunta de quiénes somos, el pensamiento que nos devora al tener que sufrir, también, por lo ajeno a nosotros, como culpables de haber nacido. El poeta recurre a Nietzsche . «No hay que avergonzarse. Hay que satisfacerse». Todo nos conduce a una reflexión sobre el existencialismo y si Dios es un problema o una necesidad ante el caos que nos hiere. Con esta idea solo la fe nos salvará ante no querer morir del todo, con la esperanza como acicate; es el «hambre de eternidad» unamunesco.
En la segunda parte se recogen «36 textos sobre literatura, arte, política y moral». La creación estética se hace realidad en los textos seleccionados. Son los autores que han hecho mella en Octavio Paz y nos lo recuerda. Al primero que nombra es al «cerrado y completo universo es la obra de Marcel Proust·. Es como si todo estuviera enclaustrado. A la búsqueda del tiempo perdido, «indiferente del mundo y de la posteridad». Libro que agota todo. Sus protagonistas «no pueden reproducirse y crecer en otra atmósfera, estériles, atados a sí mismos», pág.158. El tiempo no transcurre, pero la literatura adquiere vitalidad y la memoria y poesía se aúnan.
La tercera parte comprende «Testimonios»; recoge 5 ensayos y 2 respuestas a encuestas que que tratan exclusivamente sobre poesía . En «Poesía y mitología» no intenta analizar la poesía y la mitología como independientes sino «destacar entre todas las relaciones que las unen», pág.400. Trae a colación el soneto de Garcilaso que tanta importancia tuvo y tiene en el que trata de la poetización del mito de Dafne («A Dafne ya los brazos le crecían, / y en luengos ramos le crecían vueltos se mostraban….«). Garcilaso se sirve de un mito para su creación y hacernos pensar; poco importa si es psicología, filosofía, ansias de amar, rechazo; lo primordial es que nos sirve de reflexión. Es la poesía hecha carne; es la poesía encarnada en el mito. También existe en novela y mito.
La cuarta, «Novedades» (1943); se recogen 27 de las 28 columnas que Paz escribió ese año para el diario capitalino del mismo nombre». De estos me han llamado la atención «Don Nadie y don Ninguno», que nos conduce a la «oquedad de la Nada». El juego de las tres palabras nos hacen pensar en cada una y, al mismo tiempo, la tríada nos sumerge aun más para llevarnos a lo humano. Es cuando Nada «se humaniza, se hace persona, adquiere una fisonomía, un carácter, un pensamiento», pág.448. Estas ideas las corrobora al final con la expresión de Heidegger: «estar sosteniéndose dentro de la nada». En «Divagación en torno al lector» se pregunta cómo será el lector que se adentre en estos pensamientos que escribe por necesidad para huir de la soledad, que «aunque su crítica no sea compartida, será por lo menos entendida». Deja de manera nítida que su escritura es para todos; escribe «para cada uno, para ti lector, para tenderte la mano, para estrechar la mano». Pero, también, «para poblar esa soledad con un diálogo silencioso», para obligarse en tiempos de zozobra y compartirla como antídoto.—————
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El comienzo del ensayo te anima a que descubras el pensamiento kantiano: «Según Kant, la Modernidad es la mayoría de edad de la Humanidad». Con esta aseveración tu mente va desbrozando las 318 páginas de que consta. La tarea es ardua y necesitas meandros que te ayuden a comprender todo el tratado hasta llegar a un breve epílogo por si quedas con dudas.
El hecho de que en el capítulo primero aparezca Shiller, contribuye al intento de comenzar con fuerza la lectura, y más cuando tiene como apoyatura «Sobre poesía ingenua y poesía sentimental»; aunque ya en la Introducción el autor había dejado caer los porqués de este libro, basándose en dos ensayos de Schiller: » Sobre la gracia y la dignidad» y «Sobre poesía ingenua y poesía sentimental» publicados en revistas entre 1793 y 1795. Inmediatamente te adentras en la dicotomía «derecha conservadora y la izquierda transformadora» como fronteras de una nueva sociedad para que los términos igualdad y libertad se desarrollen en tierra fértil; de nuevo, Kant nos advierte en «Para la paz perpetua», para que se consiga ese cambio globalizador, «la paz llegará cuando desaparezcan las monarquías», pág. 26.
Estructuralmente, el ensayo se compone de cinco extensos capítulos con los títulos Modernidad. Estética y paraestética. Estética de la Modernidad.. Simbolistas modernos. Categorías. El más amplio es el cuarto en el sobresalen nueve novelistas con «una serie de lecturas de obras de los autores en los que fraguó las lecciones de las secciones precedentes». Conviene leerse antes el Epílogo con el título «Un triple reto» para que sepamos con más identidad dónde nos hallamos.
Si los derechos humanos son capitales en lo que ha venido en llamarse era moderna, quiere decir que en aquellos en los que sean restrictivos o no existan, ¿no han entrado en la modernidad tal y como la entendemos? Si bien es cierto que lo humano es lo que nos acerca a la igualdad, dónde ponemos la libertad porque esta y aquella son esenciales para lo humano. La globalización nos puede unir e incluso instar para que la libertad también, donde no exista, se extienda, pero en modo alguno hay que prescindir del pasado; es un alimento si de esa forma conseguimos el bien. La herencia recibida hay que amasarla para una comprensión más certera. Sin entrar en el término belleza y si esta también es estética o parasintética, dependerá de cómo se articulan individualmente aunque haya formas en las que se inserten. Un ejemplo nítido es cómo se concibe la forma interior; cada individuo quizá lo atisbe de forma diferente. Por ejemplo, el poeta inglés Keats nos ha dejado la asombrosa frase «Beauty is truth, truth beauty» que ha conmovido tantos corazones. Y además nos insta a que profundicemos, que es lo único de debes conocer. Desde otra atalaya. Juan Ramón Jiménez mantuvo:: «Belleza que yo he visto / ¡no te borres ya nunca! / Porque seas eterna, / ¡yo quiero ser eterno!
Cuando el autor trae a colación el concepto de simbolismo y más cuando » es la estética moderna» nos recuerda a Galdós al legarnos » un lema que bien podría ser el lema del simbolismo, aunque ha sido leído en clave realista : Ars, natura, veritas«. El acierto es total. La literatura no puede quedarse solo en entretenimiento; si se concibe de esa forma no es literatura. Sí cabe la disidencia cuando hablamos del término «Modernidad estética». Exactamente igual cuando se piensa que las ideas humanísticas se inclinan a lo dogmático. La controversia es un dato que debe producirse para el crecimiento, para ese florecer de nuevas ideas en todos los géneros literarios. Me alegra que el autor haya puesto varios ejemplos de novelas de Galdós entre otros; los encuentro muy fructíferos, no solo en la novela de educación para acercarse al historicismo. Las prioridades en lo cultural o social sirven de apoyaturas para extender el amplio campo de la Modernidad.
Muy acertados son los «Simbolistas modernos». Los ejemplos son nítidos, sobre todo, si se han leído las obras de los diversos autores o parte de las que hace referencia, y en las que se destacan «vertientes humorísticas, herméticas e ensimismadas», pág.161. En cuanto a uno de los seleccionados, Luis Landero, percibo que tiene una cierta predilección por su arte de novelar, además por la «densidad de símbolos», que los/as lectores podemos reconocer. Incluso se hace hincapié en que casi todos ya aparecen en su primera novela Juegos de la edad tardía en la que nombra a «el hombre inútil e inmaduro, el libro esencial, el personaje diabólico, la educación, la magia y el misterio, el padre, la destrucción del idilio familiar, la ensoñación y el afán», pág. 245. Así como el cierre de la novela que viene a coronar lo escrito: la «reivindicación de la infancia como salvación». Sin obviar aspectos como «testamento o narración infantil». Estos símbolos son característicos del novelista extremeño en que lo cotidiano y sobrenatural o la lógica y lo absurdo brotan constantemente.
El último capítulo, el quinto, con el nombre de «Categorías»-idilio, viaje y costumbre- «han cumplido un papel en la tradición, otro en la historia premoderna y se han renovado en el mundo moderno». Entonces, la Modernidad es algo más que sincronía-diacronía. Los diversos géneros literarios han aupado esa tríada; es evidente que el viaje ha sido a lo largo de la historia descrito en la novela sobre todo, aunque comience » a ser un fenómeno cultural en el Neolítico», pág. 274. En la literatura se ha desarrollado en la aventura, como iniciación, en el humorismo, viaje moderno y como categoría estética. La diversidad ha contribuido en la historia a cimentar unas bases concretas. En cuanto al «idilio moderno», el autor defiende que «La Modernidad es un tiempo incompatible con los valores idílicos: la tierra natal,,, la familia y el trabajo agrícola o artesano», pág. 282. La identidad » que hunde sus raíces en la naturaleza» ha sido objeto de la creación literaria en sus diversos estados. Si nos referimos a lo bíblico cuando se habla de la «tierra prometida», es evidente, asombroso. Cuando leemos Campos de Castilla o Soledades de Antonio Machado nos sumergimos en el idilio poético, por ejemplo. Muchas páginas que nos ayudan a pensar, a ser nosotros en medio de la estética de la Modernidad,