Poesía

Poesía clandestina y de protesta política del Siglo de Oro

Acabo de terminar un libro hermoso en que la lectura se adueña de sapiencia en un camino placentero según vas conquistando la narrativa suprema de El verano de Cervantes de Muñoz Molina, galdosiano y cervantino; dos adjetivos que pocos han conseguido. Cuando supe de la publicación de este libro excelso-Seix Barral, junio, 2025– dejé a un lado otras lecturas y me puse a disfrutar y a recordar Don Quijote a la vez que me nutría de los hechos capitales que Muñoz Molina enhebraba de tantos lugares y escritores que tuvieron a Cervantes como asidero para entender el arte de la novela. Muchos aspectos quedan en mi memoria de la lectura, peo solo voy en estas líneas a resaltar; «Solo la vida humana corre a su fin ligera más que el tiempo»; eso sí apostilla que «Francisco Rico, que sabía tanto, corrigió uno de los muchos errores de la primera edición (…), para él debería leerse ligera más que el viento«, págs. 437-8.

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Desde otra atalaya, me acerqué a otro libro en el que el adjetivo «clandestina» me llamó la atención y más cuando se trataba de poesía que a ser sincero desconocía. Faltaba una Antología que cubriera la poesía crítica escrita en la clandestinidad en un momento cumbre de la literatura castellana que hoy se necesita reverdecer. Congratulémonos de estos textos que nos brinda la editorial Cátedra para comprender mejor un período capital de nuestra literatura.

No sé si fue «descuido habitual». Lo primordial es que en el siglo XXI tenemos la oportunidad de acercarnos «a los más de un centenar de textos» que marcan un tiempo de asombro y agitado en tres reinados. El estudio de don Ignacio Arellano nos abre otra ventana de esta poesía para dar carpetazo con su seria investigación a que entre aire fresco para comprender mejor lo que se generó en una momento determinado que parecía que estaba amortecido.

La anonimia era lo más certero; no demos más vueltas; lo primordial es su lectura, más allá de esto o aquello; es como apunta el editor «un rasgo constitutivo del género, con la principal excepción quizá del conde de Villamediana» . Con la fuerza testimonial: » La mayor parte de estos poemas nacieron anónimos y anónimos han de quedarse; hay que tener en cuenta que estamos ante unas circunstancias históricas concretas e enriquecedoras en el plano literario para conocer la realidad».

En cuanto a la estructura está bien delimitada en tres partes; la primera, reinado de Felipe III y transición. Ciclos de Villamediana y del duque de Lerma. La segunda, otras varias poesías. Reinado de Felipe IV. Ciclo de Olivares. La tercera: reinado de Carlos II. Apéndice. Varia. Sin datación. A todo esto hay que añadir Anexos. Fuentes textuales. Índice de primeros versos. En la primera, se alza el soneto «A Inglaterra» con ese don humorístico referido al rey Felipe IV ( «Bautizamos al niño Dominico, / que nació para serlo en las Españas»). Aparte de la crítica por los gastos de hubo. El primer verso del segundo terceto no ofrece dudas («Quedamos pobres, fue Lutero rico»). La metonimia, como apunta el editor, es nítida. Detrás de Lutero, subyace la herejía; en este caso inglesa». La segunda comienza recordándonos una relación que tuvo el rey Felipe IV a sus veinte años con la marquesa de Charela; «Pasajero, esta que ves / casa no es lo que solía. / El rey la hizo putería / para convento después. / Lo que ha sido y lo que es / aunque con roja señal y título en el umbral, / ella nos dice y enseña / que casa en que el rey empreña / es la Concepción Real». En la tercera, es famoso el soneto del confesor de la reina Mariana de Austria: «Que los jesuitas oren, bueno y santo; / que conviertan las almas, santo y bueno; / pero que quiten a la reina el manto / no lo tengo por santo ni por bueno». Es el primer cuarteto, en contra de Nithard. Al final, sería desterrado.

Don Ignacio Arellano expresa nítidamente en la introducción que realiza lo que representó esta poesía: «una sátira aristocrática, impulsada por las élites cortesanas, pero que se proyecta sobre las masas para crear o manipular la opinión pública», pág. 49. Sin exceptuar a los monarcas, los insultos, las calumnias, los reproches fueron el común denominador de los que tenían algún poder. No me extraña que esta poesía fuera clandestina.

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Poesía clandestina y de protesta política del Siglo de Oro. Madrid, Cátedra, 2025, 420 págs.