Ensayo

PRIMERAS LETRAS de Octavio Paz

Primeras letras (1931-1943). Octavio Paz

El libro se lee con delectación-estamos ante una prosa poética-, y «supone una puerta de acceso imprescindible a la obra de Octavio Paz» (contraportada). Ya era hora de que reverdecieran las letras del primer Premio Nobel de las letras mexicanas. Hallaremos artículos de literatura, de arte, ensayos, actualidad social, política, encuestas, reseñas, y todo revestido de poesía que te ayudará en la lectura sosegada y con provecho. Se trata de una nueva edición revisada y aumentada de Enrico Mario Santí. La estructura consta de cuatro partes tituladas ( Vigilias: diario de un soñador. Libros y autores. Testimonios. Novedades. Anexos ( Fuentes. Índice onomástico). En la primera parte. la palabra poeta gira constantemente por la mente del autor, incluso nos la recuerda en las últimas líneas: «Y el olvido te cubre, poeta, como a la tierra el pecho sombrío de la nube a la hora en que el sol deserta», pág. 150. Es el conocimiento por medio de la poesía.

Octavio Paz en su «Descargo» nos advierte de que » la literatura es soliloquio y diálogo». Esta edición contribuye a esclarecer, por si había dudas, los pormenores de las causas de la misma con un muestrario de revistas, periódicos, en los que se apoya. Dos premisas de las que nos percataremos en sus escritos. Su identidad mexicana/española se percibe ya desde las primera líneas desde sus «Vigilias», que irán fortaleciéndose hasta el final. Las cuatro vigilias forman un testimonio de la dicotomía vida-muerte y el tiempo como abanderado de las transformaciones que van surgiendo en este diario de un poeta desnudo ante la adversidad y la dicha. Son notas que coadyuvan a sentirse. Recogen «los los capítulos del diario íntimo que Paz fue publicando entre 1938 y 1945 más los dos poemas en prosa inéditos que forman parte de la misma colección». Comienza » a escribir, precisamente, a la muerte del padre, en los ratos libres que le permitía su trabajo de escribiente en el Archivo General de la Nación», pág. 34. Es su conciencia la que le insta a sacar su mejor yo interiorizado.

Si nos sumergimos en el amor, clave en lo humano como necesidad, también debemos aceptar el dolor, la angustia de ser. Es la soledad la que abruma, de ahí el sacrificio que se debe aceptar. El poeta al hablar de esta certidumbre desolada, evoca a «Jesús, de la misma noche en cuya oscuridad y soledad de hombre, cualquier hombre, llega a purificar su condición, mediante la evidencia de su enorme desnudez frente al mundo», pág.141. Toda la vigilia IV versa sobre el destino amoroso en el que se duda si es una exaltación o si permanecía como destrucción («No puedo recordar la clase de sentimiento que experimentamos : horror, alegría. pasmo»). La luz y la sombra del amor revoloteaba. En la vigilia tercera explora la identidad del ser, la pregunta de quiénes somos, el pensamiento que nos devora al tener que sufrir, también, por lo ajeno a nosotros, como culpables de haber nacido. El poeta recurre a Nietzsche . «No hay que avergonzarse. Hay que satisfacerse». Todo nos conduce a una reflexión sobre el existencialismo y si Dios es un problema o una necesidad ante el caos que nos hiere. Con esta idea solo la fe nos salvará ante no querer morir del todo, con la esperanza como acicate; es el «hambre de eternidad» unamunesco.

En la segunda parte se recogen «36 textos sobre literatura, arte, política y moral». La creación estética se hace realidad en los textos seleccionados. Son los autores que han hecho mella en Octavio Paz y nos lo recuerda. Al primero que nombra es al «cerrado y completo universo es la obra de Marcel Proust·. Es como si todo estuviera enclaustrado. A la búsqueda del tiempo perdido, «indiferente del mundo y de la posteridad». Libro que agota todo. Sus protagonistas «no pueden reproducirse y crecer en otra atmósfera, estériles, atados a sí mismos», pág.158. El tiempo no transcurre, pero la literatura adquiere vitalidad y la memoria y poesía se aúnan.

La tercera parte comprende «Testimonios»; recoge 5 ensayos y 2 respuestas a encuestas que que tratan exclusivamente sobre poesía . En «Poesía y mitología» no intenta analizar la poesía y la mitología como independientes sino «destacar entre todas las relaciones que las unen», pág.400. Trae a colación el soneto de Garcilaso que tanta importancia tuvo y tiene en el que trata de la poetización del mito de Dafne («A Dafne ya los brazos le crecían, / y en luengos ramos le crecían vueltos se mostraban….«). Garcilaso se sirve de un mito para su creación y hacernos pensar; poco importa si es psicología, filosofía, ansias de amar, rechazo; lo primordial es que nos sirve de reflexión. Es la poesía hecha carne; es la poesía encarnada en el mito. También existe en novela y mito.

La cuarta, «Novedades» (1943); se recogen 27 de las 28 columnas que Paz escribió ese año para el diario capitalino del mismo nombre». De estos me han llamado la atención «Don Nadie y don Ninguno», que nos conduce a la «oquedad de la Nada». El juego de las tres palabras nos hacen pensar en cada una y, al mismo tiempo, la tríada nos sumerge aun más para llevarnos a lo humano. Es cuando Nada «se humaniza, se hace persona, adquiere una fisonomía, un carácter, un pensamiento», pág.448. Estas ideas las corrobora al final con la expresión de Heidegger: «estar sosteniéndose dentro de la nada». En «Divagación en torno al lector» se pregunta cómo será el lector que se adentre en estos pensamientos que escribe por necesidad para huir de la soledad, que «aunque su crítica no sea compartida, será por lo menos entendida». Deja de manera nítida que su escritura es para todos; escribe «para cada uno, para ti lector, para tenderte la mano, para estrechar la mano». Pero, también, «para poblar esa soledad con un diálogo silencioso», para obligarse en tiempos de zozobra y compartirla como antídoto.—————

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Paz, Octavio , Primeras letras ( 1931-1943). Madrid Cátedra, 2025, 570 págs.

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Ensayo

Estética de la Modernidad

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El comienzo del ensayo te anima a que descubras el pensamiento kantiano: «Según Kant, la Modernidad es la mayoría de edad de la Humanidad». Con esta aseveración tu mente va desbrozando las 318 páginas de que consta. La tarea es ardua y necesitas meandros que te ayuden a comprender todo el tratado hasta llegar a un breve epílogo por si quedas con dudas.

El hecho de que en el capítulo primero aparezca Shiller, contribuye al intento de comenzar con fuerza la lectura, y más cuando tiene como apoyatura «Sobre poesía ingenua y poesía sentimental»; aunque ya en la Introducción el autor había dejado caer los porqués de este libro, basándose en dos ensayos de Schiller: » Sobre la gracia y la dignidad» y «Sobre poesía ingenua y poesía sentimental» publicados en revistas entre 1793 y 1795. Inmediatamente te adentras en la dicotomía «derecha conservadora y la izquierda transformadora» como fronteras de una nueva sociedad para que los términos igualdad y libertad se desarrollen en tierra fértil; de nuevo, Kant nos advierte en «Para la paz perpetua», para que se consiga ese cambio globalizador, «la paz llegará cuando desaparezcan las monarquías», pág. 26.

Estructuralmente, el ensayo se compone de cinco extensos capítulos con los títulos Modernidad. Estética y paraestética. Estética de la Modernidad.. Simbolistas modernos. Categorías. El más amplio es el cuarto en el sobresalen nueve novelistas con «una serie de lecturas de obras de los autores en los que fraguó las lecciones de las secciones precedentes». Conviene leerse antes el Epílogo con el título «Un triple reto» para que sepamos con más identidad dónde nos hallamos.

Si los derechos humanos son capitales en lo que ha venido en llamarse era moderna, quiere decir que en aquellos en los que sean restrictivos o no existan, ¿no han entrado en la modernidad tal y como la entendemos? Si bien es cierto que lo humano es lo que nos acerca a la igualdad, dónde ponemos la libertad porque esta y aquella son esenciales para lo humano. La globalización nos puede unir e incluso instar para que la libertad también, donde no exista, se extienda, pero en modo alguno hay que prescindir del pasado; es un alimento si de esa forma conseguimos el bien. La herencia recibida hay que amasarla para una comprensión más certera. Sin entrar en el término belleza y si esta también es estética o parasintética, dependerá de cómo se articulan individualmente aunque haya formas en las que se inserten. Un ejemplo nítido es cómo se concibe la forma interior; cada individuo quizá lo atisbe de forma diferente. Por ejemplo, el poeta inglés Keats nos ha dejado la asombrosa frase «Beauty is truth, truth beauty» que ha conmovido tantos corazones. Y además nos insta a que profundicemos, que es lo único de debes conocer. Desde otra atalaya. Juan Ramón Jiménez mantuvo:: «Belleza que yo he visto / ¡no te borres ya nunca! / Porque seas eterna, / ¡yo quiero ser eterno!

Cuando el autor trae a colación el concepto de simbolismo y más cuando » es la estética moderna» nos recuerda a Galdós al legarnos » un lema que bien podría ser el lema del simbolismo, aunque ha sido leído en clave realista : Ars, natura, veritas«. El acierto es total. La literatura no puede quedarse solo en entretenimiento; si se concibe de esa forma no es literatura. Sí cabe la disidencia cuando hablamos del término «Modernidad estética». Exactamente igual cuando se piensa que las ideas humanísticas se inclinan a lo dogmático. La controversia es un dato que debe producirse para el crecimiento, para ese florecer de nuevas ideas en todos los géneros literarios. Me alegra que el autor haya puesto varios ejemplos de novelas de Galdós entre otros; los encuentro muy fructíferos, no solo en la novela de educación para acercarse al historicismo. Las prioridades en lo cultural o social sirven de apoyaturas para extender el amplio campo de la Modernidad.

Muy acertados son los «Simbolistas modernos». Los ejemplos son nítidos, sobre todo, si se han leído las obras de los diversos autores o parte de las que hace referencia, y en las que se destacan «vertientes humorísticas, herméticas e ensimismadas», pág.161. En cuanto a uno de los seleccionados, Luis Landero, percibo que tiene una cierta predilección por su arte de novelar, además por la «densidad de símbolos», que los/as lectores podemos reconocer. Incluso se hace hincapié en que casi todos ya aparecen en su primera novela Juegos de la edad tardía en la que nombra a «el hombre inútil e inmaduro, el libro esencial, el personaje diabólico, la educación, la magia y el misterio, el padre, la destrucción del idilio familiar, la ensoñación y el afán», pág. 245. Así como el cierre de la novela que viene a coronar lo escrito: la «reivindicación de la infancia como salvación». Sin obviar aspectos como «testamento o narración infantil». Estos símbolos son característicos del novelista extremeño en que lo cotidiano y sobrenatural o la lógica y lo absurdo brotan constantemente.

El último capítulo, el quinto, con el nombre de «Categorías»-idilio, viaje y costumbre- «han cumplido un papel en la tradición, otro en la historia premoderna y se han renovado en el mundo moderno». Entonces, la Modernidad es algo más que sincronía-diacronía. Los diversos géneros literarios han aupado esa tríada; es evidente que el viaje ha sido a lo largo de la historia descrito en la novela sobre todo, aunque comience » a ser un fenómeno cultural en el Neolítico», pág. 274. En la literatura se ha desarrollado en la aventura, como iniciación, en el humorismo, viaje moderno y como categoría estética. La diversidad ha contribuido en la historia a cimentar unas bases concretas. En cuanto al «idilio moderno», el autor defiende que «La Modernidad es un tiempo incompatible con los valores idílicos: la tierra natal,,, la familia y el trabajo agrícola o artesano», pág. 282. La identidad » que hunde sus raíces en la naturaleza» ha sido objeto de la creación literaria en sus diversos estados. Si nos referimos a lo bíblico cuando se habla de la «tierra prometida», es evidente, asombroso. Cuando leemos Campos de Castilla o Soledades de Antonio Machado nos sumergimos en el idilio poético, por ejemplo. Muchas páginas que nos ayudan a pensar, a ser nosotros en medio de la estética de la Modernidad,

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Beltrán, L., Estética de la Modernidad. Madrid, Cátedra, 2025, 318 págs,
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