Se disputaron tu nombre
al abrigo de fuego solidario,
qué más da la A. que la J.
Te llamó en la época
del alma, sigilosamente.
Te tendió la mano. Ven.
No entres en el olvido,
en la maldad, en la doblez.
Risueñas flores primaverales
adornaron tu cajita
blanca; rubíes celestiales te acompañaron.
Tu espíritu pervive.
¡Aleluya, aleluya!